Recorro el país y el clamor es el mismo: "Queremos un cambio", proclaman en el mercado de Morón, en Puerto Cabello y Guacara. "Hay que cambiar", me dicen una y otra vez en el boulevard de El Cementerio en Caracas. "Cambio, cambio", exclaman a mi paso desde Río Chico hasta la Laguna de Tacarigua.

Cambio piden los jóvenes y los no tanto; cambio piden las mujeres y los hombres, cambio piden obreros y emprendedores; también los empresarios, los pocos que quedan.

Los venezolanos estamos cansados. Suman ya veinticinco años de fracasos, de desplome de nuestra calidad de vida, de ver a nuestros hijos y nietos partir en búsqueda de un futuro que en la tierra que los vio nacer no vislumbran.

Se quiere cambiar pero en paz y cambiar en paz solo es posible electoralmente.
No hay atajos. Aquellos que empujaron a muchos hacia la violencia hoy se desdicen y “por ahora” hablan de la vía del voto, que no los apartarán de esta y esperemos -no muy confiados por cierto- que esta vez entiendan que no existe otra ruta.

El 28 de julio se decidirá el mañana de todos.

La elecciones presidenciales, que están a la vuelta de la esquina, pueden terminar con la tragedia que sufrimos.
Un nuevo gobierno que haga posible desde el primer días sueldos, salarios, jubilaciones y pensiones dignas. Que abra las puertas y brinde seguridad a capitales extranjeros y nacionales para multiplicar la inversión y asegurar empleos de calidad, que ponga en marcha un efectivo plan por el pronto regreso de los millones que se ha marchado, que priorice la educación y la salud.

Un gobierno de consensos, entendimientos, con los de adentro y los de afuera. Que reinserte a Venezuela en el escenario internacional, reestablezca relaciones plenas con todos los países y en especial con antiguos aliados -Estados Unidos, la Unión Europea- y a la par sume a todos los sectores de la vida nacional al gran esfuerzo de la reconstrucción de un país que será el mejor del mundo.

Un gobierno sin perseguidos ni perseguidores. Léase bien, sin perseguidos ni perseguidores, en el cual independientemente de su posición, de sus convicciones; cada venezolano sea respetado y considerado.

Un gobierno para servir y transformar. Un gobierno para el cambio deseado.

El próximo jueves 21 se inicia la inscripción de candidatos presidenciales ante el Consejo Nacional Electoral. Serán varios los venezolanos y venezolanas con credenciales y de la mejor buena fé que concurrirán a presentar su solicitud e inmediatamente se lanzarán a las calles a conquistar corazones. Yo también lo haré.

Corresponderá a unos veintidós millones de electores, en las próximas semanas, decidir quién es la mejor opción, garantía del cambio en paz. Sea lo que resuelvan merecerá el reconocimiento de un pueblo que al día siguiente, 29 de julio, debe tomarse de la mano para juntos forjar una Venezuela diferente.