La mayor adquisición bancaria tras la
crisis financiera de 2008, la compra de
Credit Suisse por su rival
UBS para salvarlo de la quiebra, cumple este martes un año sin que se haya determinado quiénes fueron los
culpables de la debacle del segundo mayor
banco suizo, cómo han de rendir cuentas o qué debe hacer el
sistema financiero para evitar que el desastre se repita.
Las
investigaciones sobre la
operación de emergencia que pactaron
UBS y las autoridades financieras suizas tras cuatro días de
negociaciones de infarto, entre el 15 y el 19 de marzo de 2023, prosiguen a nivel parlamentario por parte de una
comisión que inicialmente debía emitir sus primeros resultados esta primavera, aunque todo indica que podrían retrasarse hasta finales de año.
Algunos apuntan al
expresidente de Credit Suisse Axel Lehman como principal responsable de la caída de un banco con 167 años de historia, mientras que otros subrayan la falta de previsión de la autoridad reguladora del
mercado financiero suizo, la
Finma.
En los últimos días, en coincidencia con el aniversario de un hecho que puso en entredicho la imagen de la
banca suiza, uno de los emblemas del país, se han filtrado informaciones sobre los últimos años de gestión de
Credit Suisse que han reabierto las dudas sobre la
supervisión bancaria suiza.Primas generosas en un banco enfermo
De acuerdo con un informe de abogados de
UBS sobre la situación previa de
Credit Suisse, esta entidad repartió en la década anterior a su caída
33.000 millones de euros en primas a sus directivos, incluidos gestores de riesgos que cometieron
graves errores, hubiera o no beneficios.
Incluso en los dos últimos años de gestión, cuando
Credit Suisse cerró en rojo por su exposición a firmas financieras quebradas como
Archegos o
Greensill, se repartieron esos millonarios beneficios.
Para ello se procedió a
"montajes financieros", aseguró el fin de semana el semanario suizo SonntagsZeitung, entre ellos el recurso a los
bonos AT1, que se hicieron famosos durante la
venta a UBS cuando el Gobierno suizo acordó reducir a cero su valor, lo que perjudicó a miles de bonistas con unos títulos de deuda que sumaban
16.600 millones de euros.
UBS adquirió Credit Suisse por unos 3.100 millones de euros, un
60 % menos de su valor en Bolsa, para absorber uno de los dos bancos de valor sistémico del país, salpicado por años de escándalos, malas decisiones en materia de
inversión y vanos intentos de salir a flote, entre ellos una
recapitalización que dejó el banco en manos de
accionistas de Arabia Saudí y Catar.
El
presidente de UBS, Colm Kelleher, recordaba estos días la operación de hace un año en una entrevista para el diario NZZ am Sontag en la que revelaba que su entidad ya sabía desde octubre de
2022 (cuando
Credit Suisse inició su recapitalización) que el banco rival no tenía futuro, por lo que ya se barajó su posible compra.
Cuatro días que cambiaron la banca suiza
Una adquisición que comenzó a negociarse el 15 de marzo, cuando
Credit Suisse, contagiado por el pánico bancario que había generado en
Estados Unidos la quiebra del
Silicon Valley Bank, se desplomó varias jornadas consecutivas en Bolsa y ni siquiera las promesas de rescate del Gobierno parecían aplacar a los accionistas.
"Teníamos sólo cuatro días para concluir un acuerdo con una 'novia' dubitativa", recordó Kelleher sobre unas negociaciones en las que participó la Finma, el Banco Nacional de Suiza y el Ministerio de Finanzas suizo.
La titular de esa cartera,
Karin Keller-Sutter, ha sido blanco de muchas críticas en los últimos 12 meses por las difíciles decisiones tomadas, como por ejemplo el hecho de que el Gobierno suizo ofreciera como garantía para el acuerdo hasta
269.000 millones de euros de las arcas públicas, equivalentes al
PIB nacional.
Keller-Sutter también recordó en una entrevista con la televisión RTS aquellos días de negociaciones mientras Credit Suisse
"perdía entre 10.000 y 17.000 millones de euros de capital cada día".La ministra y este año también
vicepresidenta de Suiza relató que estuvo esos días en contacto frecuente con
ministros de Finanzas de todo el mundo, ante el temor a que la caída de
Credit Suisse generara un
terremoto financiero a nivel global.
Doce meses después las autoridades suizas estudian por otro lado medidas para evitar que vuelva a ocurrir una crisis similar, con el recuerdo no sólo de
Credit Suisse sino también del rescate del que fue objeto el propio
UBS durante la
crisis financiera de 2008.
La cámara baja del
Parlamento suizo aprobó la semana pasada una moción para obligar a la directiva de un
banco sistémico para el país a pagar la mitad de sus sueldos y primas recibidos en los últimos 10 años si la entidad debe ser rescatada por el
Gobierno.
Fuente: EFE